miércoles, 2 de agosto de 2017

Los elementos de la música. La armonía.


La armonía es la gran aportación europea a la Música.Otras culturas usan agrupaciones de sonidos de diferente tono, pero ninguna lo hace de una forma tan estudiada, cuidadosa y eficaz.

 Consiste en encontrar la combinación de sonidos de distinta altura más apropiada para lo que se quiera comunicar con la obra. A la armonía no le interesa con qué instrumento se toca, ni lo fuerte o débil que se haga, solo le preocupa qué notas están sonando a la vez. 

Esto es así porque hay sonidos cuya unión provoca un resultado suave, lo llamamos consonancia; mientras que otros, sumados, producen un sonido resultante áspero, lo llamamos disonancia.
Hay que aclarar que aunque consonancia y disonancia tienen un origen natural, su uso es el resultado de un acuerdo entre autores y público, quienes juntos deciden lo que es apropiado y no en cada periodo histórico. Y es que la armonía tiene una historia muy larga, fruto de la lucha entre los que quieren ir más allá de las normas y los que se preocupan de conservarlas:

Todo empieza sobre el año 1000, cuando en Europa se empieza a construir música en la que suenan varias notas a la vez. Se le llama Polifonía. Por entonces las combinaciones permitidas, consonancias, era las cuartas y las quintas.
Para aclarar este término hay que decir que en música los intervalos o espacios que hay entre dos notas, se nombrar por la cantidad de notas que hay entre ellos y podemos contar hacia más agudo o ascendente o hacia más grave, descendente :

 Es decir entre do y la, hay una sexta  ascendente: DO(1)-re(2)-mi(3)-fa(4)-sol(5)-LA(6). 

Entre fa y si, una cuarta también ascendente: FA(1)- sol(2)- la(3)- SI(4).   

Entre re y sol, una quinta descendente: RE(1)- do(2)- si(3)- la(4)- SOL(5).

En el siguiente periodo, el Renacimiento (1400-1600), las consonancias pasan de ser las 4ª y 5ª, a ser las 3ª, como son en la actualidad, además se pueden usar disonancias en algunos lugares, pues los autores descubren que la música elaborada solo con consonancias suena un poco sosa.

En el Barroco (1600-1750), se produce una verdadera revolución. Por necesidades de expresión, la música deja de hacerse sumando melodías de igual importancia que suenan a la vez. Desde entonces, una sola melodía carga con todo el peso, el resto se unen en bloques de notas que llamamos acordes y que suenan por debajo de la melodía principal, como pasa con lo que hace la guitarra (acordes) y el cantante (melodía) en unas sevillanas.
Un acorde es un grupo de al menos tres notas que suenan simultáneamente. Su construcción es bastante simple:

 Se toma una nota cualquiera, por ejemplo SOL.
A partir de ella se cuentan tres notas : SOL- la- SI. Y se toma esta tercera.
A partir de la primera se cuentan cinco: SOL- la- si- do -RE. Se toma esta quinta.
El acorde está formado por estas tres : 1ª, 3ª, 5ª. SOL-SI-RE,  en este caso. Su nombre será el de la primera, es decir, acorde de sol.

Su uso es, en principio, muy simple. Cualquier acorde sirve para acompañar a cualquier nota que esté dentro de él. En el ejemplo anterior el acorde de sol suena bien por debajo de SOL, de SI o de RE.

Con este sistema de construcción, toda nota forma parte de seis acordes, tres mayores (suenan alegres) y tres menores (suenan tristes).  Por ejemplo para la nota SOL:

SOL-SI-RE.    MIb-SOL-SIb.    DO-MI-SOL.  Son los acordes mayores.
SOL-SIb. RE.   MI-SOL-SI.      DO-MIb-SOL.  Son los acordes menores.

El autor solo debe escoger entre ellos aquel que más le conviene.

Con el tiempo, se van añadiendo notas a los acordes y su uso se volverá más complicado, además, la disonancia se usará en muchos lugares para expresar sentimientos más complejos; de tal forma que lo que hoy consideramos incluso suave, en tiempos de Vivaldi era considerado inapropiado.

Los compositores descubrieron también que hay acordes que sonaban mejor tras unos que tras otros y que si se atiende a esta fuerza, la suma de todos los acordes forma un camino, que llaman progresión, que no solo acompaña a la melodía sino que refuerza la unión de la obra.

Finalmente la armonía se puede presentar en una obra de dos formas:
Haciendo sonar las notas del acorde todas a la vez, con lo que se refuerza el ritmo.
Haciendo sonar las notas del acorde una tras otra rápidamente, lo llamamos arpegios, con lo que se refuerza la melodía.







    

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